Nunca fumé. Ni siquiera una pitada de adolescente cuando todas las chicas _cool_ lo hacían. Siempre fui lúcida sobre el tema: si ya me hacía mal cuando mi abuelo me fumaba cerca, no quería ni imaginar lo que sería tener ese humo horrible dentro de mis pulmones.
Desafortunadamente no todos pudieron escaparle a ese vicio. Para ustedes, que quizás estén intentando dejarlo y no encuentren la forma, les mando un recordatorio más. Porque aunque no los conozca, los quiero, y me gustaría que estén bien:
Vía: Observando
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