Silicon Valley, ridiculizando una industria [Reseña]

Silicon Valley

Cuando pensamos en Silicon Valley, lo primero que se nos viene en mente a los techies es la imagen de la meca del mundo startup, hogar de las empresas de tecnología más grandes del mundo y uno de los mejores lugares para cultivar tus ideas formando una empresa, o dicho de una manera más de moda, emprender.

Cuando salió la noticia de que HBO estaba produciendo una serie con la temática principal haciendo foco en esta gran industria que crece a diario, se me iluminaron los ojos. Por un lado HBO, una cadena conocida por ofrecer contenido de excelente calidad, con series como Game of Thrones, The Newsroom, Boardwalk Empire o Curb Your Enthusiasm, y películas como The Great Gatsby, Oblivion y Gangster Squad. Por el otro, la industria tech, creciendo a pasos agigantados. Y como dice Gordon Gekko en referencia a Wall Street: «money never sleeps«, el mundo de la tecnología tampoco tiene respiro. En una actualidad en la que Silicon Valley va perdiendo cada vez más su magia, con algunos dándola por muerta y con Europa apagando su envidia sobre la misma, la premisa de una serie sobre ella suena a esta altura algo trillado, pero no menos interesante. La fórmula podía tener mucho potencial si conseguía un buen equilibrio entre el reparto y el guión, después de todo, ¿Qué es una buena historia sin actores que puedan estar a su altura?, y ¿Qué son buenos actores con un guión cutre?

No se si la palabra correcta sería decir desilusionado, pero definitivamente luego de ver el primer trailer me quedó un sabor amargo en la boca. El director de Silicon Valley es Mike Judge, quien seguro recuerden de King of the Hill (Los Reyes de la Colina) y Beavis and Butt-Head, y la película Office Space (madre de uno de los memes más famosos de Internet). Claramente, Judge tiene un antecedente conocido cuando de comedia y humor se trata, pero al parecer, el mismo se quedó en los 2000.

Silicon Valley nos presenta un panorama típico para los tiempos que corren. Jóvenes programadores que trabajan en multinacionales de tecnología buscan cultivar sus propias ideas y germinarlas para convertirse el día de mañana en sus propios jefes -multimillonarios, en lo posible-. Dejando de lado las analogías de jardinería, Silicon Valley es una serie que en solo sus primeros cinco minutos explota todos los clichés posibles en comedia y en relación a las referencias con la tecnología.

Silicon Valley

Durante los 30 minutos que dura el episodio, Silicon Valley nos da un recorrido por casi todos los temas relacionados al mundo al que hacen referencia, y es que justamente, la serie es una simple parodia de todo lo que sucede allí. Chicos socialmente ineptos (no en modo despectivo, sino literal), bully-nerds, los exhorbitantes precios de la vivienda en California (San Francisco, Mountain View, Palo Alto), una parodia casi directa a Google (con los buses para transportar empleados, e incluso con los espacios y actividades de recreación), charlas TED con un expositor que cree sentirse igual de importante que Tesla, el concepto de que casi todo CEO exitoso es un college drop out y que si vas a la universidad lo único que haces es endeudarte, el emprendedor que se cree gurú por haber desarrollado una idea genial que terminó vendiendo al mejor postor cuando tuvo la oportunidad, y hasta el CEO que es como un Dios para los simples mortales empleados quienes nunca van a poder llegar a su grado de iluminación.

Pero a pesar de todo, en cierto punto prevalece la idea del grupo de chicos que buscan ofrecer algo a la sociedad, utilizar su poder e ideas para hacer la vida de las personas más fácil o para darles un valor agregado. Sinceramente, comencé viendo Silicon Valley con una gran pizca de escepticismo, esperaba una serie que profundice sobre el ambiente emprendedor desde el punto de vista de lo que implica crear de cero tu propia empresa, lo tedioso pero a la vez gratificante del proceso, el trato con inversores y empleados, pero que al final del día demuestre que todo el esfuerzo no es en vano. En cambio, pasé treinta minutos viendo cómo con un guión a medio cocinar, que no logra hacerte sentir identificado con los personajes, ni los desarrolla emocionalmente en la trama, se burla casi completamente la industria entera de la tecnología, desde los empleados hasta la filosofía de una empresa.

Probablemente vea el segundo episodio de Silicon Valley, sólo para saber si logran venderme la historia mejor con una segunda oportunidad. Igualmente, yo no me haría ilusiones.


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