Supongo que el día en el que me dé cuenta que laburar por mi cuenta no era todo color de rosas iba a llegar eventualmente, y llegó, sí, de la mano de todos los problemas que un ISP podía generarme.
Como blogger se imaginarán lo importante que es contar con una conexión a Internet que funcione, y más aún escribiendo sobre tecnología a diario no solo aquí, sino en Hipertextual, más todas las actividades online que llevo a cabo día tras día.
El problema es que cuando trabajamos con la tecnología, dependemos de ella. Y además, de los seres humanos detrás de la misma. Y ambas cosas me están haciendo imposible trabajar.
Cuando empecé el proceso de mudanza (largo, doloroso, interminable) una de las cosas más importantes para mí fue que mi ISP pueda instalar rápido la conexión en la casa nueva, con lo cual me ocupé de llamarlos a tiempo, de ser paciente, de aceptar sus plazos. Lo único que recibí desde entonces fueron promesas vacías, excusas sin fundamentos, y **un dolor de cabeza que no se termina más**.
De nada sirve que haya llamado hace más de un mes para pedir que me conecten, o que les haya explicado que yo ya tengo un módem, que solo necesito que por favor me habiliten la línea. De nada sirve que sea comprensiva cuando hoy no pueden, mañana sin falta, y mañana se convierte en 5 días hábiles, y esos 5 días hábiles en un mes. De nada sirve cuando se dicen y se desdicen, y te mienten (**porque sabés que te mienten**, pero no te queda otra que bajar la cabeza y esperar a que, quizás, mañana sí sea el día en que vengan).
Entonces **»trabajar en forma independiente» no existe**. Yo soy dependiente, muy dependiente. Dependiente de **una empresa que decide hacer con mi tiempo lo que quieren**. Y mi tiempo no solamente me afecta a mí, sino a todos mis compañeros de trabajo, a quienes tuve que dejar en banda demasiadas veces desde que empezó todo esto.
Dependo de ellos porque no me queda otra que gastarme el sueldo en cafeterías donde pueda tener WiFi, aunque termine trabajando gratis, porque no quiero seguirle fallando a los que confían en mí.
Dependo de una maquinaria burocrática, como todos nosotros, en la que sí, puede haber errores humanos, pero en la que juegan con tu tiempo como si no tuviese ningún tipo de efecto. O en realidad no importa, porque **solo somos números**, y eso lo sabemos.
A mí, quedarme un mes sin Internet no me representa no poder chatear con mis amigas o jugar a Farmville. Me representa **no poder trabajar, no poder generar ingresos, no poder cumplir con aquellos que cuentan conmigo**.
Así que aquí estamos, el lado amargo de la tecnología, que todos conocemos, pero que a veces te pega en lugares importantes, y te dejá fuera de combate, conectándote en donde puedas, **trabajando con lo que tengas, improvisando, desgastándote**.
Esto es solo una pieza más del rompecabezas de una época muy difícil y complicada de mi vida. Pero es una pieza de las que les puedo contar, porque sé que seguramente ustedes también pasaron por algo similar.
La rabia, la frustración y la impotencia que siento después de un mes de pelear con esto me están agotando.
¿Vivieron alguna vez una situación así? ¿Cómo lo resolvieron? ¿Debería dejar el blogging y hacerme guardaparques en el sur?
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